Tras dos décadas de estudios, Dacher Keltner, psicólogo de la Universidad de California en Berkeley, encontró que individuos bajo la influencia del poder actúan como si hubiesen sufrido una lesión cerebral traumática y se vuelven más impulsivos, menos conscientes del riesgo y, sobre todo, menos capaces de ver las cosas desde el punto de vista de los otros.
Los hallazgos de Obhi dan una base neurológica para el fenómeno que Keltner ha llamado de la "paradoja del poder", de acuerdo con la cual, una vez que las personas alcanzan el poder, pierden algunas de las capacidades que fueron necesarias para obtenerlo.
En psicología y neurología, la imitación es una especie sutil de copia que ocurre enteramente dentro de nuestras cabezas y sin nuestra conciencia. Cuando observamos a alguien realizar una acción, la parte del cerebro que usaríamos para hacer esa misma cosa se "ilumina" como una respuesta empática.
Keltner sugerió que, pese a que es difícil detener la tendencia del poder de afectar el cerebro, es posible dejar de sentirse poderoso de vez en cuando. Aunque afecte la forma en que pensamos, el poder no es un puesto o una posición, sino un estado mental, destacó el psicólogo. Al recordar un evento donde el individuo no se sintió tan poderoso, sugieren los experimentos de Keltner, el cerebro puede volver a "comunicarse con la realidad" y ser más empático.