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México marcha a las presidenciales de 2018 fragmentado y sin favoritos

CC BY 2.0 / iivangm / MéxicoLa bandera de México
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CIUDAD DE MÉXICO (Sputnik) — La división del espectro político en México, sin una clara fuerza dominante, desencadenó un debate sobre una reforma constitucional para establecer la segunda vuelta electoral o crear nuevas coaliciones en los comicios presidenciales de 2018, pero las resistencias al cambio la impiden, dijeron varios analistas.

"La fragmentación política sin claras fuerzas dominantes es producto histórico de dos decisiones tácitas, de orden jurídico, que se tomaron desde los años 1990: la primera es que no haya segunda vuelta; y la segunda es que el umbral para el registro electoral fuera mínimo", apenas de 1,5 a 3 por ciento de los sufragios de una elección, dijo a esta agencia el excanciller Jorge G. Castañeda, profesor de la New York University.

Castañeda consideró que "un régimen presidencialista sin segunda vuelta como el mexicano está condenado a la fragmentación".

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El umbral de votación para obtener fondos públicos y prerrogativas de ley, destinadas a los partidos con registro en el país, "es tan bajo que cualquier grupito de gente o incluso un clan familiar puede reunir las firmas para obtener automáticamente representación política legal", dijo.

Las reformas electorales de 1996 abrieron el camino a que cuatro años después se diera la primera alternancia en el poder en siete décadas, pero a la vez "impidieron que realmente existiera un sistema electoral decente" para México.

"Ese modelo ha generado transmutaciones en la formación de pequeños partidos profundamente corruptos, que se han aliado a alguno más fuerte", dijo Castañeda apuntando a cinco formaciones "satélite": el Partido Verde Ecologista, el Partido del Trabajo, el Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza, y Encuentro Social.

Puerta cerrada a la segunda vuelta

Las elecciones recientes en el Estado de México, que rodea la capital, han confirmado la consolidación de una cuarta fuerza política, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que se suma a una estructura de tres partidos dominantes.

Liderada por Andrés Manuel López Obrador, de 63 años, esa formación es el resultado del mayor cisma dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD, centroizquierda), que aglutinó a todas las izquierdas y fuerzas progresistas desde 1988, y que lo llevó como candidato presidencial en 2006 y 2012, cuando alegó fraudes electorales en su contra, finalmente descartados por los tribunales.

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Además de Morena y el PRD, las otras dos fuerzas son el eclético Partido Revolucionario Institucional (PRI, gobernante), fundado por los caudillos sobreviviente de la Revolución Mexicana de principios del siglo XX, y el Partido Acción Nacional (PAN, centroderecha).

Las tres formaciones, que disputaron el poder durante tres décadas, han visto pulverizados sus electorados al punto que ninguna fuerza política podría superar el 30 por ciento de los votantes, sin contar un abstencionismo que oscila entre 35 y 40 por ciento.

Castañeda es pesimista y considera que a pesar de que él mismo —pionero de las candidaturas independientes-, propuso la segunda vuelta hace una década, "inevitablemente no habrá segunda vuelta en 2018, y se formarán cuatro o cinco polos con los dos principales (partidos) tratando de manipular el desenlace".

Algunos políticos con pocas posibilidades, como otro excanciller, Luis Ernesto Derbez, han comenzado a hablar de articular un programa para después fundar las alianzas o coaliciones de fuerzas políticas.

"Esa lógica es una especie de mantra que se remonta a la reforma política de 1977, que legalizó al Partido Comunista (a cual perteneció Castañeda), pero en los hechos va a ocurrir primero la coalición y el reparto de candidaturas", pronosticó.

En el México de hoy, el programa mínimo llegará después de las alianzas, puntualizó.

El abanico del PRI

Aunado a este mapa de partidos que no superan el tercio de las preferencias electorales, los partidos centristas, los candidatos independientes y los outsiders, por ahora prefiguran una carrera contra dos polos dominantes: el PRI del presidente Enrique Peña Nieto, y Morena, de López Obrador, quien ya rechazó cualquier posible alianza de las izquierdas con su antiguo partido, el PRD.

El académico Rodrigo Páez Montalbán del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), dijo a Sputnik que el PRI tiene un problema "real" para designar a su candidato de cara a las elecciones del próximo año.

"En un abanico de aspirantes demasiado amplio no queda claro que el presidente pueda imponer a su favorito", entre un puñado de cinco funcionarios de su Gobierno.

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Un escenario diferente se presenta en el PAN, donde la esposa del expresidente Felipe Calderón (2006-2012), Margarita Zabala, y el presidente del partido, Ricardo Anaya, aparecen como las dos cartas dominantes para una nominación, sin que esto suponga descartar a otros aspirantes, añadió el investigador del principal centro de estudio latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En las condiciones actuales, "es muy probable que los partidos centristas converjan en una coalición alrededor del PRD y el PAN", consideró Páez Montalbán, autor de varias investigaciones sobre negociación política e integración latinoamericana.

Esas alianzas para candidaturas centristas, independientes o de izquierda, no se articularán en torno a programas sino sobre la base de coaliciones políticas pragmáticas para llegar al poder presidencial, diagnosticó.

"En un escenario tan fragmentado es una utopía en este país que el programa político se formule antes que la coalición, porque no hay un solo ejemplo de esta aspiración de unidad ante un programa de gobierno en la historia reciente de México", dijo.

Un centro progresista

Por su parte, Jesús Ortega, fundador en 1988 del PRD, partido que presidió de 2009 a 2011 como líder proveniente de una corriente socialista, dijo a esta agencia que hay fuerzas políticas que ya trabajan para "construir una coalición de un centro progresista, que requiere un programa mínimo común para materializar la convergencia hacia un gobierno coaligado".

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Lo común en México ha sido ponerle primero el rostro a las coaliciones, pero "el país necesita superar esa ortodoxia", que tiene un referente histórico en el Frente Democrático Nacional que se formó alrededor de Cuauhtémoc Cárdenas, cuando comunistas, socialistas y socialdemócratas disidentes del PRI lo respaldaron para postularse a tres elecciones presidenciales entre 1988 y 2000.

Un frente progresista de centro debe considerar que "los referentes ideológicos del siglo XIX ya no dicen nada a la mayoría de los habitantes del mundo", advirtió.

La otra pieza que México debe dejar atrás, enfatizó, es "el liderazgo unipersonal concentrador del poder absolutista, enraizado en la matriz del viejo presidencialismo autoritario y hegemonista", dijo apuntando hacia López Obrador, su viejo correligionario.

Finalmente, el senador independiente Armando Ríos Piter, explicó a Sputnik la iniciativa que presentó esta semana al Senado para establecer la segunda vuelta.

"El proyecto busca garantizar la legalidad de la unificación de distintas fuerzas, para que el electorado logre una mejor comprensión de la ofertas políticas y vigile la responsabilidad de los planes de la coalición que llegue al poder", argumentó.

El polo de los independientes, dijo el disidente del PRD, buscará entre octubre y diciembre de este año recolectar un millón de firmas para asegurarse un lugar en la boleta electoral.

"A partir de allí trabajaremos tendiendo puentes, con una dinámica de dialogo político constructivo, para unificar esfuerzos y criterios hacia una gran convocatoria al electorado", dijo Ríos Piter, aspirante a una candidatura independiente.

Pero ese proyecto de ley se enfrenta a dos grandes adversarios, con distintas lógicas: por un lado el PRI —dijo-, "que absurdamente piensa que la fragmentación le favorece, para ganar con la minoría más grande, sin comprender la próxima elección de corte plebiscitario, donde jugará un papel el voto útil y de castigo".

Por otro lado, también se opone López Obrador, quien "considera que la reforma electoral le impediría ganar, porque piensa llegar al poder total al frente de una minoría", terminó.

Las elecciones presidenciales se celebrarán el 3 de junio de 2018.

En las llamadas elecciones federales, llamadas oficialmente Proceso Electoral 2017-2018 se elige, además del presidente de la República, un total de 128 senadores y 500 diputados federales.

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