Su principal rival, el Partido Laborista, logró un resultado histórico, quedándose con 261 escaños, con un 40% de los votos.
De esta manera, las elecciones anticipadas del 8 de junio resultaron en un Parlamento colgado, lo que obliga a la primera ministra británica, Theresa May, a negociar un Gobierno de coalición para evitar que Jeremy Corbyn —líder del Partido Laborista— forme su propio Gobierno en minoría.
Según medios británicos, May no tiene intención de renunciar, aunque su posición se tambalea.