Los fantasmas sorprendieron a Merkel con una jarra de cerveza en la mano, con la que recuperó el aliento para airear una confesión con tintes de extremaunción: "Los tiempos en los que podíamos depender completamente de otros, hasta cierto punto han terminado. Es mi experiencia de estos últimos días", soltó en Múnich.
Lo hizo ante una multitud dominical, embriagada de entusiasmo y cerveza, algunos de ellos ataviados con los típicos trajes bávaros. Y la ocasión fue sintomática, a falta de cuatro meses de la cita con las urnas: un evento de la Unión Social Cristiana de Baviera, el partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana de la canciller alemana.
Al día siguiente, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, se sumó a la algarada de su jefa: declaró que las acciones Donald Trump, han "debilitado" a Occidente, y que sus políticas "cortas de miras" perjudican a los intereses de la UE. ¿Todavía no había escuchado que América está primero?
Para el profesor de Economía Política de la Universidad del País Vasco Joaquín Arriola, toda esta sucesión de declaraciones y contradeclaraciones "no hacen más que reflejar "la convulsión política y la grave discrepancia en cuanto al rumbo político y geoestratégico que tiene que seguir EEUU en su gestión de las relaciones y alianzas globales".
Más nombres estamparon su mensaje en el libro de defunciones del G7. El politólogo alemán y director del Foro Ruso-Alemán, Alexander Rahr, dijo al periódico Vzglyad: "Todo eso muestra claramente que el G7, de hecho, dejó de existir. Los norteamericanos y europeos tienen muy pocos temas en común. EEUU se orienta hacia sus intereses, mientras que Europa hacia los suyos".
En este sentido, Arriola señala que "la cumbre del G7 más bien ha sido un canto al final de un tipo de instrumentos para tomar decisiones en el que aparentemente había una cierta multilateralidad, pero que en última instancia siempre era dirigido por EEUU".
Para el experto, "el nuevo presidente (Donald Trump) ha decidido que no necesita de ese tipo de instrumentos que den una cierta apariencia de concertación entre los principales líderes del mundo, y eso (…) significa el fin del G7 como instrumento en el que se puedan debatir y tomar decisiones estratégicas".
"Los europeos tenemos que pelear por nuestro propio destino", fue otra de las frases de la canciller alemana en pleno festín. Arriola opina que "no está claro que Europa tenga un único objetivo en estos momentos".
"Estamos viendo cómo la Comisión Europea está intentando establecer una nueva estrategia económica que evite la repetición del desastre económico de los últimos 5 años en Europa, pero, ni desde el punto de vista geoestratégico, ni desde el punto de vista de proyecto económico, parece que haya un consenso claro dentro de Europa de cuál es su objetivo".
Romano Prodi lanzó otros conceptos a Il Messaggero. Afirmó que la ausencia de China y Rusia en el G7, y la falta de una coordinación global, sólo complican la situación. "Estamos en un mundo fragmentado que no acepta imanes, en esta situación, el G7 no puede ser un motor", según el expremier.
Al respecto, Joaquín Arriola explica que "cuando se pasó del G8 al G7, sacando a Rusia de esa concertación, era evidente que ese G7 ya no iba a tener la capacidad de gestión ni de imposición de agendas globales que tenía anteriormente porque el mundo ha cambiado. Va cambiando a gran velocidad, está fluctuando de forma creciente hacia Asia, y otros actores que hasta ahora han estado muy replegados en sí mismos, como pueden ser China o la India, tienen un peso específico que no se puede obviar, desde un grupo que ya no representa a la mayoría, ni del comercio mundial, ni de la capacidad militar instalada en el planeta, ni mucho menos", sentencia el experto.