Gran parte de estos genes regulan el desarrollo de las capacidades cognitivas durante los primeros años de vida, afirman los expertos, y algunos influyen en comportamientos o rasgos observables a simple vista en las personas. En el análisis participaron 78.308 personas de descendencia europea, entre ellos niños.
Los resultados también muestran una relación directa entre una mayor capacidad cognitiva y más probabilidades de desarrollar trastornos del espectro autista, lo que podría ser útil para en el futuro estudiar el origen de esta enfermedad. Según los responsables, el mejor indicador es un mayor éxito escolar.
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"Estos resultados proporcionan pistas claras sobre los mecanismos biológicos que afectan a la inteligencia", afirmó Danielle Posthuma a AFP, investigadora en el Centro de Neurogenética e Investigación Cognitiva de Amsterdam.
Por otra parte, ser menos inteligente está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, probabilidades más altas de ser o haber sido fumador, tener sobrepeso, la circunferencia del tronco, tendencias esquizofrénicas o sufrir trastorno por déficit de atención o depresión.
Los investigadores advierten de que estas correlaciones son meramente estadísticas, que no pueden ser tomadas al pie de la letra y hablan solo de tendencias y estadísticas. Así, no todos los no fumadores son más inteligentes que los que fuman o aquellos con una circunferencia craneal lo son más que aquellos con sobrepeso.
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Los científicos esperan ahora que los resultados ayuden a comprender cómo funciona nuestro cerebro y a definir el componente genético de nuestro cociente intelectual.