El agente de la Stasi —órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana (RDA)— ideó la estrategia Romeo, un cuerpo especial de espías masculinos que sedujeron a las secretarias de la República Federal de Alemania (RFA) para obtener información, cuenta Henrique Mariño en su artículo para el portal Público.
Según el autor, los espías incluso actuaban bajo bandera falsa, es decir, aseguraban trabajar para los servicios secretos de potencias occidentales, lo que no despertaba recelos.
El periodista recuerda la historia de Margarethe Lubig, secretaria en el Ministerio de Defensa de la RFA, seducida por un espía danés que se hacía pasar por periodista, a quien le facilitó material clasificado con la excusa de que la OTAN estaba ninguneando a su país al privar de información a un Estado miembro.
"En realidad, era un actor de la RDA, Roland Gandt, quien la exprimió durante un cuarto de siglo, obteniendo el jugo tanto del cuartel general de la Alianza Atlántica en Fointenebleau como de la delegación alemana en Roma", explica el columnista.
Los espías jugaban con los sentimientos sin importarles las consecuencias, por lo que llegaron a casarse con algunas de sus víctimas en ceremonias auténticas y falsas. Es más, el matrimonio era utilizado como un arma cuando el 'romeo' revelaba o la secretaria descubría su misión o identidad. Como confirmó Herbert Hellenbroich tras dejar el Servicio Federal de Inteligencia (BND), ese chantaje era recurrente: o me pasas información o no hay boda.
"Las mujeres no buscaban chicos guapos. Lo más importante para ellas era su galantería pasada de moda y que las agasajasen con flores, vinos y cenas. Y, sobre todo, que las escuchasen. Los hombres no suelen hacerlo, por lo que les resultaba muy atractivo. El sexo no era tan importante", cita el periodista a la escritora Marianne Quoirin, autora de una investigación sobre los 'romeos'.
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Markus Wolf reconocía en sus memorias que nunca se habría imaginado lo provechoso que resultaría su plan.
"Si paso a la historia, será por haber perfeccionado el uso del sexo en el espionaje", escribe en 'El hombre sin rostro'.
No obstante, ya retirado, Wolf reconoció que estaba equivocado.
"Nadie tiene derecho a destruir la vida de una persona inocente", afirmó.