Sin duda, Alexander Abelin se refiere en particular a la actuación de las autoridades de la Unión Europea (UE), que hicieron lo imposible para impedir la construcción del gasoducto South Stream, que debía transportar el gas ruso al sur de Europa pasando por el mar Negro.
Actualmente, según varias fuentes, Bruselas pretende que tampoco sea construido el gasoducto Turk Stream, a través del cual el gas ruso llegaría directamente a Turquía. Esto convertiría al país otomano en un importante hub energético, algo que sería beneficioso para países comunitarios.
Las trabas burocráticas que enfrenta Rusia vienen acompañadas de una campaña mediática que busca convencer a la opinión pública de la UE de la necesidad de rechazar el gas ruso, a pesar de que es más barato para los consumidores comunitarios. En particular, se acusa a Rusia de no ser un proveedor seguro que suele utilizar su gas como instrumento de presión sobre los países que dependen de sus suministros.
En este sentido, son muy ilustrativas las recientes declaraciones de comisario europeo de Energía, Miguel Arias Cañete, quien afirmó en una entrevista que hubo "experiencias muy negativas en las que la energía no se ha utilizado como un producto de carácter comercial", sino "como un arma política".
Obviamente, el señor Cañete se refiere a las llamadas "guerras de gas" entre Ucrania y Rusia. Pero se le escapó matizar que las mismas siempre fueron provocadas por Kiev. Y es que Ucrania tiene la costumbre de no cumplir con los compromisos de pago, dijo a Radio Sputnik Pedro Mouriño, experto español en temas energéticos:
"Сuando un vendedor tiene un comprador que no paga, se le deja de suministrar. Eso no es un problema político, es un problema de una lógica económica", indicó nuestro interlocutor.
Con todo, se puede felicitar a quienes promueven la campaña en contra del gas ruso. Y es que su labor está dando frutos. En particular, en Letonia, país que depende al 100% del hidrocarburo ruso, crece el número de personas que quieren proveedores alternativos.
"A mí me da miedo que dependamos del gas ruso. Estoy lista para pagar más para reducir esta dependencia", dijo al diario El País de España Diaga Bluke, vecina de la capital letona, Riga, quien, no obstante, no sabe explicar el porqué de su miedo.
Tampoco se oyen argumentos sustanciales de los políticos que promueven la renuncia al gas ruso, algo que hace pensar que se pretenda ocultar las verdaderas causas de esta estrategia.
En este contexto, no faltan quienes no descartan que detrás se esconda la intención de Washington de hacerse con el mercado energético comunitario. Y es que, gracias al fracking, EEUU se convirtió en uno de los mayores productores mundiales de gas y ya está suministrando este hidrocarburo a algunos países de la UE.