"Quería dejar claro que pese a algunas alegaciones en este sentido, por mi parte no tengo ninguna desavenencia personal con el señor expresidente; lo que determinará el resultado de este proceso son las pruebas y la ley", dijo el juez del caso de la Operación Lava Jato a Lula ni bien empezó el interrogatorio.
"Son rumores que no tienen ningún fundamento, le aseguro que eso no va a pasar", le prometió, aunque sus palabras no sirvieron para suavizar el clima.
En esta causa el expresidente está acusado de corrupción pasiva por presuntamente haber aceptado de manos de la constructora OAS un apartamento valuado en más de un millón de dólares.
Sería una especie de agradecimiento por los favores prestados por Lula dentro de la trama corrupta de la semiestatal Petrobras.
"Quería avisarle una cosa: esos mismos que me atacan hoy si tienen señales de que yo seré absuelto (…) prepárese porque a usted lo atacarán de forma mucho más fuerte", avisó el exmandatario.
Moro respondió que en cierta medida padece "los mismos males" porque es bastante atacado: "Incluso por blogs que supuestamente patrocinan al señor", remató.
"Creo que el objetivo es intentar masacrar a este ciudadano; este ciudadano cometió el error de probar que este país puede funcionar (…) pero es imperdonable el proceso de persecución", lamentó en el final de su declaración.
Las preguntas de Moro y de los fiscales estuvieron llenas de referencias a Marisa Leticia, la esposa de Lula fallecida en febrero de una hemorragia cerebral, ya que los dos actuaron juntos en las operaciones para comprar el apartamento.
En ese contexto Lula hizo una petición: "Sólo quería, doctor Moro, pedir una cosa; es muy difícil para mí cada vez que cita a mi mujer sin que esté aquí para poder defenderse es muy difícil", confesó el expresidente, visiblemente emocionado.
También dijo que sus nietos fueron víctimas de bullying en la escuela "todo el santo día" por culpa de mentiras vertidas en su contra por los investigadores de la Operación Lava Jato.
El expresidente finalizó su discurso repasando el inicio de su trayectoria política, diciendo que cuando empezó a gobernar Brasil en 2003 se prometió a sí mismo que jamás podía equivocarse, porque si no la clase trabajadora nunca volvería a votar a alguien de escasa formación.
Lula respondió contrariado pidiéndole "paciencia" y dijo que sí había que hablar de eso porque en su opinión está siendo juzgado por lo que hizo en el Gobierno.
Después del primer cara a cara con Moro, Lula se reunió en el centro de Curitiba con más de 4.000 simpatizantes que habían acudido desde varias regiones de Brasil para apoyarlo.