En su experimento, los investigadores lograron observar la primera fase del proceso de aparición del estrés, en la cual empieza a subir el nivel de ácido en las células del organismo.
Durante su estudio, los científicos examinaron pequeños crustáceos malacostráceos denominados anfípodos, a los cuales inyectaron microcápsulas dotadas de sensores de tinte sensibles al nivel de ácido en las células. Posteriormente, a estos pequeños organismos se les puso en situaciones estresantes. Los científicos se dieron cuenta de que el nivel oxidativo de los anfípodos aumentaba instantáneamente en condiciones de bajos niveles de oxígeno, tras lo cual llegaron a la conclusión de que esta era la manera en la que sus organismos respondían al estrés.
Además de los crustáceos, los científicos someterán a pruebas similares a varias especies de peces, insectos y moluscos del lago Baikal. Los investigadores afirman que, en un futuro próximo, también se llevará a cabo un experimento en mamíferos.
Sin embargo, los científicos afirman que aún se necesitan más estudios y experimentos, puesto que los nanosensores actuales son bastante tóxicos y pueden acabar envenenando a los animales.
Según los investigadores, este experimento podría también contribuir al diagnóstico temprano de varias enfermedades.
"El objetivo global de nuestro trabajo es la creación de sensores más complejos y sensibles a los indicadores de un organismo, incluso el humano”, subrayó Timoféev.
El científico también indicó que las futuras tecnologías permitirán a los biólogos evaluar el estado de un cuerpo en tiempo real a través del uso de los sensores inyectados bajo la piel o en la sangre, así como a través del uso de una herramienta que analizará estos indicadores.
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De acuerdo con el investigador, estos sensores son fácilmente camuflables, por ejemplo bajo un tatuaje, y el monitoreo permanente de la salud podría convertirse en una práctica extendida y común en un futuro próximo.