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Maras y la "pandemia de homicidios" en Centroamérica

© AFP 2023 / Johan OrdonezPandilleros de Mara Salvatrucha (archivo)
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Guatemala, El Salvador y Honduras pusieron en marcha el llamado Plan Fortaleza para enfrentar el alto índice de criminalidad que se vive en la región.

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Su objetivo será "blindar la frontera y luchar contra el narcotráfico, las pandillas, el lavado de dinero, el contrabando y la trata de personas".

Así lo aseguró el ministro de gobernación de Guatemala, Francisco Rivas, en la presentación del plan.

El triángulo del Norte, como es conocida la región que integran estos países, es una de las zonas más conflictivas del mundo. "Estamos frente a una pandemia de homicidios. Los indicadores son enormes. En El Salvador son más de 120 homicidios cada 100.000 habitantes. En Guatemala son 67 por cada 100.000. La media mundial es de 5,5 por la misma cantidad. En algún punto esto se relaciona con la aparición de las maras", dijo a Sputnik la doctora en ciencias sociales Carolina Sampó, investigadora y autora del estudio ‘Criminalidad y violencia: las maras y su incidencia en la seguridad regional'.

La aparición de estos grupos criminales está asociada con las guerras civiles centroamericanas durante la década de los 80, que llegaron a su fin con los acuerdos de paz en los 90. Para la especialista, no es lo mismo hablar de maras que de crimen organizado. Estos últimos tienen como fin el "beneficio económico", mientras que las maras son "identidades culturales".

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La especialista precisó que estos grupos "cobran extorsiones en los comercios de los barrios donde viven", participan en "narcomenudeo y robos menores" pero no se relacionan con el crimen organizado internacional. "La violencia está relacionada con su accionar", matizó.

"Son expresiones particulares que surgen en Los Ángeles [EEUU], durante la migración forzada de los años 80. Tienen una impronta particular de los países centroamericanos de donde provienen. Surgen como grupos de jóvenes con la necesidad de ser reconocidos. Están conformados por individuos que se sentían expulsados en un país extranjero. Encuentran en estos grupos de iguales un lugar donde se sienten protegidos y contenidos a partir de la constitución de las ‘clicas', células que se reconocen como parte de un todo, es decir de la mara", explicó.

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Estos grupos más chicos, compuestos por hasta 20 individuos, realizan trabajos específicos de acuerdo con la ubicación geográfica donde se encuentran. "Por ejemplo, si están en Guatemala cerca de la frontera con México, es altamente probable que se dediquen al tráfico de personas. Por este tipo de cosas es que se la vincula con el crimen organizado internacional", señaló.

Sin embargo, la baja disciplina que presentan estos grupos los vuelven poco confiables a estas organizaciones. "Los miembros de las maras ejercen violencia porque viven en un ambiente hostil, es parte de su identidad constitutiva. Apuntan a llevar una vida loca, desenfrenada, que saben que va a ser corta. La edad media de ingreso es entre los ocho y los 12 años. Tienen una expectativa de vida de 25 años. Se drogan, tienen sexo desenfrenado, viven al límite. La vida ahí no vale nada", agregó Sampó.

Las dos más grandes son la Salvatrucha y Barra 18. Se reconocen como mutuamente excluyentes, antagónicas y se enfrentan en una guerra sin cuartel. Esta lucha incide en los problemas de seguridad pública que enfrentan las sociedades del triángulo norte.

Sin embargo, las políticas practicadas hasta el momento no discriminan entre maras y crimen organizado. Estados Unidos ya otorgó drones y cuatro helicópteros para el Plan Fortaleza. Guatemala destinó 3.000 personas para este operativo, entre policías, militares y funcionarios de la administración tributaria.

"El fenómeno se volvió visible a partir de los 2000, pero las políticas para enfrentarlo tardaron en llegar. EEUU, el gran deportador de mareros, no informaba los motivos de deportación. Los países que los recibían se encontraban con una realidad desconocida. Sus primeras respuestas fueron de mano dura. En El Salvador hubo una ley antimara, esto permitía detener a personas por vestimenta o actitud sospechosa. Fue denunciada por violaciones a los derechos humanos. También hubo grandes detenciones a integrantes de maras, pero solo se pudo procesar al 4%. Durante un tiempo se redujeron los índices de homicidios pero luego, se multiplicaron en un año porque los tuvieron que dejar libres", indicó.

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