A juicio del experto del Instituto del Lejano Oriente Vasili Kashin, lo más gracioso de la situación radica en el hecho de que Seúl desea que el sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos sea removido de su país.
"A Trump le tienden una trampa en el Pentágono y en el Departamento de Estado, ya que desconoce la historia de la cuestión. De lo contrario, nunca torcería el brazo a los surcoreanos respecto al THAAD. Para Corea del Sur no es nada más que la quinta rueda de la carreta", explica el experto a Ridus.
Se coloca allí para proteger las bases militares de Estados Unidos. En cualquier caso, el sistema no podría hacer nada para Seúl ya que queda fuera de su zona de alcance.
La segunda tarea que el THAAD está cumpliendo en Corea del Sur es la función de herramienta para controlar las fuerzas de misiles estratégicos de China, ya que los radares del sistema gozan de una visualización excelente dentro de un radio de 2.000 km, lo que cubre el noreste de China y la región rusa de Primorie.
"Seúl no tiene ningún beneficio de la presencia de la defensa antimisiles estadounidense, pero sí ha estropeado su relación con China. Estados Unidos usa a Corea del Sur como una plataforma contra China, mientras que todas las conversaciones sobre su protección contra la parte norte de la península son pura basura", considera el analista.
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"Sin embargo, Pyongyang parece haber oído las indirectas de Pekín de que tales acciones solo llevan el agua al molino del imperialismo estadounidense. Pyongyang las ha entendido, pero Washington, no", dijo.