Se cree que la mujer, cuya identidad no ha sido revelada, fue víctima de trata de blancas, para luego ser trasladada a Irlanda del Norte, específicamente al condado de Armagh.
El caso tiene como protagonistas a los esposos Keith y Caroline Baker, de 61 y 54 años, respectivamente, quienes no solo raptaron a la mujer, sino que la convirtieron en su esclava sexual.
Mandy Highfield fue testigo del martirio diario de la víctima, dado que vivía en la misma casa, pero solamente después de mucho tiempo se armó de valor para denunciar el hecho.
"No podía manejarlo, no era justo, así que fui a la policía y les avise", relató Highfield.
Tras la denuncia, los agentes de seguridad, acompañados de una trabajadora social, se presentaron en el domicilio de los Baker. Lo que presenciaron a continuación fue totalmente devastador.
Cuando los oficiales encontraron a la martirizada mujer, estaba paralizada por el pánico, padecía desnutrición severa y solo le quedaba un diente.
"El sufrimiento por el que pasó es inimaginable. No puedo pensar en lo que esta víctima soportó durante los miles de días que permaneció cautiva", comentó el jefe de la unidad de Protección Pública de la Policía de Irlanda del Norte, George Clarke.
Las investigaciones también revelaron que las vejaciones fueron filmadas, y que en los vídeos se observa el deterioro de la mujer con el paso de los años.
Keith Baker ha sido condenado a 15 años de cárcel y otros cinco de libertad condicional, mientras que su esposa pasará 18 meses de prisión y otros 18 de libertad condicional. Ambos se declararon culpables de una serie de cargos, incluido el de abusos sexuales.