Un 27 de marzo de 1977 una cadena de errores, fallos técnicos, condiciones meteorológicas adversas y decisiones humanas equivocadas desencadenaron en un brutal choque entre dos aviones Boeing 747.
Era un día con una espesa niebla en un aeropuerto que por un día se había convertido en caótico después de que el vecino aeropuerto de Gran Canaria fuese cerrado porque el MPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario) hizo estallar una pequeña bomba en la floristería de la terminal.
Por este motivo, el aeropuerto de Los Rodeos, al norte de la isla de Tenerife, tenía mucho más tráfico del habitual.
El avión de KLM rozó al de PanAm pero finalmente se estrelló contra el suelo y se incendió debido a que llevaba la carga de combustible llena, por lo que ninguno de sus 248 ocupantes sobrevivió.
El Boeing de PanAm sufrió gravísimos daños y también se incendió, pero más de 70 de sus 396 ocupantes lograron salvarse.