La cocina nórdica utiliza ingredientes sostenibles, regionales y de temporada. Y aunque en el norte el clima sea frío y haya poco sol, disfrutaban de bayas, tubérculos, legumbres, col, papas, hongos, cereales y pescado. Esta dieta está ganando espacio en el mundo culinario y podría hacer frente a otras tendencias de moda hoy, como la 'dieta paleolítica'.
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Según el Centro Vikingo de Ribe en Dinamarca —un asentamiento que reconstruye la cultura vikinga, incluyendo la vestimenta, el estilo de vida y la alimentación— los vikingos en realidad tenían una amplia gama de alimentos para elegir. Sorprendentemente, disfrutaron incluso de delicias importadas como los melocotones o la canela. Pero en general, los escandinavos no eran proclives a comer grandes cantidades de productos extranjeros y preferían lo local. Como, por ejemplo, el queso fermentado similar al yogur que aún se produce en Islandia y que a veces se comercializa en el extranjero.
Los banquetes nórdicos medievales estaban llenos de carnes, aves silvestres y productos lácteos ya que, además de poderosos guerreros, los vikingos eran hábiles pastores, cazadores y pescadores. Tanto la carne como el pescado se ahumaba, secaba o salaba en verano y otoño para asegurar suficientes provisiones para los largos meses de invierno o para abastecerse durante las lejanas redadas alrededor de Europa.
Y es que mucho antes de que aparecieran los supermercados, el menú diario de los vikingos dependía enormemente de las estaciones. En invierno, la dieta escandinava medieval contenía una alta proporción de proteína animal, pescado y pocas hierbas silvestres. Durante el verano, su plato era mucho más diversificado e incluía una variedad de bayas, manzanas, ciruelas, cerezas, grosellas, frambuesas, así como tubérculos y verduras, indica el Museo de Historia Cultural de Oslo, Noruega. La geografía también desempeñó su papel en la variedad de cada región. Por ejemplo, en Groenlandia la carne de foca era un plato común.
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El pan lo hacían con cebada, centeno, legumbres y, más raramente, trigo. En cuanto a las bebidas, preparaban una cerveza hecha con cebada y aguamiel (miel fermentada y agua) y el 'bjorr', una especie de licor fuerte hecho con zumo de fruta fermentada.
Si bien un plato vikingo ordinario no era muy sofisticado, tampoco era tan primitivo como se suele creer. La mayor parte de su comida era cocinada sobre fuego abierto o una chimenea. Su sabor era comúnmente mejorado con cebolla, ajo, perejil y el eneldo, los cuales incluso hoy siguen desempeñando un importante papel en la cocina nórdica. Además, con el tiempo, los vikingos se familiarizaron con el aceite de oliva, al que conocieron durante sus redadas al sur de Europa.
A modo de ejemplo, les acercamos una receta cortesía del Museo Foteviken, un asentamiento vikingo al aire libre en el sur de Suecia, que nos invita a "vivir la historia"… y a saborearla.
▪ 1,5 copa de harina de cebada gruesa
▪ 1 litro de agua
▪ 2 manzanas
▪ sal
Eche la harina en el agua hirviendo y revuélvala gradualmente durante 15 minutos. Agregue las manzanas picadas en pequeños trozos y deje el caldo hervir hasta 1 hora. ¡Que Odín los proteja!