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Sin embargo, ¿cuál es la razón de este fenómeno? Según Zwebner, nos adaptamos inconscientemente a estos estereotipos, cambiando nuestros peinados o maquillaje.
"En el caso de otros clichés, esto suele suceder, e influyen en cómo somos y cómo nos comportamos. Por ejemplo, en nuestro experimento, la gente cree que los hombres que se llaman Bob tienen caras más redondas que los hombres llamados Tim. Creemos que los estereotipos realmente pueden influir en nuestro aspecto físico, e incluso cambiarlo", afirmó.
Anteriormente, los psicólogos estadounidenses habían logrado combatir algunos estereotipos acerca de la conexión entre el aspecto físico y el comportamiento de una persona. Por ejemplo, demostraron que las rubias no son más tontas que las morenas, que no tenemos un 'gaydar' —capacidad intuitiva de evaluar la orientación sexual de otra persona— interno, y que los estereotipos sobre los hombres y las mujeres son mayoritariamente falsos.