En Río de Janeiro, por ejemplo, la alcaldesa de Araruama, Livia Bello (Partido Democrático Laborista) decretó la suspensión del Carnaval y la transferencia de los 390.000 reales (126.000 dólares) que se iban a gastar a la compra de equipamiento para hospitales municipales.
Algunas ciudades, como Barreiras, en el estado de Bahía, se quedarán sin carnaval por segundo año consecutivo: el año pasado fue por las inundaciones, este año, por lo contrario, la sequía.
"Consideramos prudente no gastar dinero en fiestas mientras dura el decreto de emergencia"; explicó el alcalde, Zito Barbosa, del partido Demócratas.
En otra ciudad de Bahía, Brumado, el alcalde Eduardo Vasconcelos (Partido Socialista de Brasil) no solo canceló el Carnaval, sino también los días festivos.
"Es una cuestión de coherencia, no sirve de nada gastar dinero con la fiesta y no tener médicos en los ambulatorios y profesores en las escuelas", se justificó.
El ayuntamiento decidió priorizar algunos de los eventos que tienen lugar y decidió salvar los bailes de Carnaval y el desfile de las escuelas de samba, que aun así perdieron la mitad de las subvenciones que recibían.
Se quedaron fuera eventos alternativos que crecieron mucho en los últimos años, como el "Zombie Walk", un desfile de personas disfrazadas de zombies que el año pasado congregó a 20.000 muertos vivientes.
