Sin embargo, ha resultado inesperadamente difícil llevarlos al destino necesario, publica The Wall Street Journal.
Cuando estaban siendo trasladados del puerto alemán de Bremerhaven hasta Polonia, varios carros de combate quedaron dañados al golpearse contra unos puentes que eran más bajos de lo esperado, según informaron altos cargos del Ejército. Otros cinco vehículos pesados aún están en Alemania, mientras los militares tratan de hallar una ruta para moverlos hacia el este.
Estas dificultades son algunos de los retos logísticos y de otra índole que enfrentan los militares estadounidenses en el proceso de trabajar con sus aliados de la OTAN para renovar el enfoque de Rusia como un adversario potencial y tranquilizar a los países en el flanco oriental de Europa, asustados ante la supuesta amenaza de la intervención rusa.
Hodges también dijo que necesitaban una mejor inteligencia sobre los movimientos de las tropas rusas. Desde el final de la Guerra Fría, aseguró, "la vigilancia de los cuarteles rusos y el montaje de sus vagones no ha sido una prioridad" para los estadounidenses.
A pesar de estos problemas durante el despliegue, el general Hodges afirmó que las tropas estarían listas para combatir dos semanas después de aterrizar en Europa.