Según la edición, las pesquisas están dirigida por la Oficina Federal de Investigación (FBI), con la colaboración de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Delitos Financieros del Tesoro de EEUU.
Según las fuentes del periódico, los funcionarios de inteligencia entregaron varios informes basados en escuchas telefónicas a la Casa Blanca, pero por el momento no se ha encontrado prueba concluyente de ninguna infracción.
Se precisa que todavía no está claro si las comunicaciones interceptadas tienen algo que ver con la campaña electoral en EEUU o con el propio Trump.
El equipo del presidente electo, por su parte, declaró que desconoce totalmente la investigación.
"No tenemos absolutamente ningún conocimiento de ninguna investigación o incluso de fundamento alguno para tal investigación", dijo la portavoz de Trump, Hope Hicks.
Paul Manafort, a su vez, tachó las acusaciones de que tenía interacciones con el Gobierno ruso de un "truco sucio del Partido Demócrata" y dijo que son "completamente falsas".
En octubre pasado, representantes de la Inteligencia de EEUU afirmaron que unos "hackers rusos" atentaron contra el proceso electoral del país.
EEUU sigue sin presentar pruebas de la implicación de Moscú en los hackeos.
A este respecto, el presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que las filtraciones que se hicieron tras los hackeos no benefician a Rusia, y que la histeria en torno a las mismas se azuzaba para desviar la atención de su contenido, en particular de cómo el Comité Nacional del Partido Demócrata favoreció a Hillary Clinton en las elecciones primarias y buscó desacreditar a su principal rival, el senador Bernie Sanders.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó las acusaciones contra Rusia de "gratuitas", y el canciller, Serguéi Lavrov, dijo que son "totalmente infundadas".