Un informe de la CIA del 23 de agosto de 1973 afirmaba que "España es el único país europeo que merece atención como posible proliferador de armas nucleares en los próximos años".
"El país tiene reservas propias de uranio, un extenso programa nuclear con tres reactores operativos, siete en construcción y hasta 17 más proyectados, así como una planta piloto de separación química", según se recoge en el mismo informe.
Cuarenta años después se ha descubierto que las preocupaciones de la CIA estaban fundadas. Un reciente programa de Radio Nacional de España ha hablado con algunos de los protagonistas de aquella operación, que estuvo capitaneada por el general de división del cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos, Guillermo Velarde, quien, además de militar, era un respetado científico que se formó en EEUU.
"El teniente general Díez-Alegría nos dijo que es fundamental que España tenga una fuerza de disuasión nuclear, porque podremos entrar en los foros internacionales por la puerta grande, y no por la puerta de servicio", explica el propio Velarde.
Sin embargo, en 1963, en paralelo al programa nuclear de uso civil, empieza el Proyecto Islero, que tenía como objetivo crear bombas de plutonio. El capitán general Muñoz Grandes —un veterano de la División Azul—, vicepresidente del Gobierno franquista, fue quien dio luz al verde al proyecto.
El propio militar afirmó entonces en un discurso que "España debe ocupar en el concierto de las naciones el puesto que por derecho le corresponde".
"¿Por qué se respeta a Francia? ¿No está en la OTAN y se la respeta? Pues porque tiene armamento nuclear", comenta Velarde.
El científico, a la pregunta de si tuvo remordimientos mientras desarrollaba la bomba atómica, afirma que "no es un problema de conciencia, es un problema de amar a tu patria. Entonces consigues que tu país pase de ser un país de tercera categoría a uno de primera".
El Proyecto Manhattan español
Para guardar el secretismo alrededor de las investigaciones, Velarde decidió evitar la etiqueta de 'Top Secret', tal y como explica, "porque si no se iba a enterar todo el mundo". Y lo que hizo fue ir repartiendo algunas tareas del programa entre distintos equipos de investigadores de la Junta de Energía Nuclear (JEN).
En diciembre de 1964, el dosier del Proyecto Islero, que recogía todas las indicaciones necesarias para producir una bomba real, ya había sido elaborado.
La colaboración de Francia
Fue Francia quien entregó a España el reactor para obtener el plutonio necesario para las bombas atómicas. El franquismo encontró en Charles de Gaulle a un aliado para su proyecto nuclear, según señala en el programa la profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, Natividad Carpintero. "Charles de Gaulle quería romper la bipolaridad entre la URSS y EEUU", y es por eso que entregó a la dictadura estas tecnologías tan sensibles. En mayo de 1972, en Vandellòs —provincia de Tarragona— empieza a operar el reactor del que saldrá el plutonio necesario para la futura bomba atómica española.
Un proyecto inestable
Sin embargo, en 1971, el militar Manuel Díez-Alegría se hace cargo del Estado Mayor del Ejército español y vuelve a darle impulso a la iniciativa. Esta tendencia es constante y a lo largo de su existencia, el Proyecto Islero pasa por diversos altos y bajos.
La visita de Kissinger
En diciembre de 1973, el secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, visitó España y se entrevistó con el entonces presidente del Gobierno franquista, el almirante Carrero Blanco. Velarde explica que le pidieron que elaborara un informe en inglés y español sobre el estado en el que se encontraba el programa nuclear español para entregárselo al político estadounidense. Poco se sabe de aquella reunión y del efecto que tuvo el informe, ya que, un día después del encuentro, el coche de Carrero Blanco volaba por los aires a su paso por una de las calles de Madrid. El atentado que acabó con su vida, reivindicado por ETA, todavía hoy está rodeado de muchos interrogantes.
La presión de EEUU, decisiva para su final
Las maniobras de EEUU parecieron dar la estocada a la 'aventura nuclear' española, y pocos años más tarde, en 1987, España firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que supuso un punto final a la posibilidad de que el país se convirtiera en una potencia nuclear.