Una segunda consecuencia tiene que ver con la presencia de industria, comercio y servicios públicos, que podrían ser denunciados en la campaña internacional BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) que lideran distintas organizaciones no gubernamentales en todo Occidente.
Esta campaña ya ha tenido algunas repercusiones en industrias ubicadas en la Cisjordania ocupada, pero la clase política teme que, como consecuencia de la resolución 2334, se cierren más industrias, bancos y otras instituciones, y que haya instituciones que no abran delegaciones en Cisjordania para no convertirse en objetivo de la campaña BDS.
Funcionarios de Exteriores han reconocido que existe temor por el boicot, por las denuncias ante los tribunales de la Haya y por posibles sanciones. Sin embargo, el gobierno israelí espera frenar todo ello de la mano del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
En Israel son conscientes de que la aprobación de la resolución puede tener algún efecto a medio y largo plazo puesto que a corto plazo se conseguirá detener gracias a Trump. La mayor preocupación surge en las relaciones bilaterales de Israel con ciertos países occidentales que han expresado públicamente su oposición a la ocupación.