"¿Qué culpa tengo yo?". Con estas palabras, la joven, que prefirió mantener el anonimato por motivos de seguridad, comienza su relato. Según, afirma, fue capaz de salir de Alepo oriental durante la evacuación. Añade que muchas mujeres han padecido las inhumanas acciones de los yihadistas. Y no se trata solo de hambre. Hubo asesinatos, violaciones, matrimonios forzados y, si algunos valientes se resistían, eran lapidados en la plaza.
La historia es estremecedora. Su marido fue asesinado de un disparo en la cabeza y su cuerpo fue trasladado a Turquía, donde le quitaron todos los órganos para devolverlo luego cosido como un saco vacío. Los terroristas también le arrebataron a su hijo, diciendo que les pertenecía a ellos. Eso tuvo lugar hace dos años.
Según la chica, si alguna otra quería casarse con un hombre que no perteneciera a una organización terrorista, la apedreaban hasta la muerte, la ponían dentro de un hoyo o en una prisión, o incluso podían cortarle la cabeza. Si a alguien lo acusaban de un crimen, lo llevaban a la planta superior del edificio de siete plantas en la plaza y lo echaban abajo. Si sobrevivía, lo tiraban de nuevo hasta que muriera.
"No podíamos vivir como la gente común ni tener un vida normal. No se nos permitía a las mujeres trabajar con el fin de alimentar a nuestras familias", destaca la joven.
La muchacha expone que si a un terrorista le gustaba una chica, se casaba con ella de una manera muy rápida: "Una oración y se podía hacer ya cualquier cosa". Sin embargo, al cabo de poco tiempo, los 'maridos' dejaban a las mujeres, a veces embarazadas. Así pasó con dos amigas de la narradora de esta historia.
"También nos intimidaban. Por ejemplo, pasaba un automóvil con una mano fuera sosteniendo la cabeza de una mujer por el pelo", dice ella.
El desastre más reciente en la vida de esta desgraciada mujer tuvo lugar cuando estalló en su casa un tanque de gas. Después de acudir al médico, este afirmó que no la podía examinar "por ser pecado".
"Mira mis manos y todo mi cuerpo cubierto de quemaduras que se curaron sin tratamiento. Mis manos se ven así por el terrorismo. Tengo 21 años, espero vivir, formar una familia, y ya estoy tan desfigurada. No tengo palabras…", concluyó la víctima.
