Según informó la emisora pública canadiense CBC, la esposa llevó el caso a la corte en la provincia de Saskatchewan para conservar la tenencia de las mascotas y ofrecer un régimen de visitas a su exmarido. Sin embargo, el juez a cargo del caso, Richard Danyliuk, negó el pedido por considerar que un animal de compañía es "propiedad"
"Muchos perros son tratados como miembros de la familia con la que viven. Pero después de todo, un perro es un perro. A los ojos de la ley es propiedad, un animal domesticado que se posee. Para la ley no posee derechos de familia", escribió Danyliuk en su sentencia.
Así, el funcionario escribió que "en Canadá no se compran los hijos en un criadero" ni se tiende a "aparearlos para asegurar un linaje".
"Cuando nuestros hijos actúan de manera incorrecta, incluso en casos serios y violentos, generalmente no les ponemos bozales ni los sacrificamos por transgresiones repetidas", precisó Danyliuk, quien no obstante reconoció que a diferencia de otros elementos que son propiedad, los animales gozan de cierta protección en lo que respecta a su cuidado o abandono.
El administrador de justicia hizo un paralelo con lo que sucedería si tuviera que dictar un régimen de visitas para un objeto, y puso como ejemplo un juego de cuchillos de untar. En la sentencia expuso que es como si por "un vínculo profundo" de una de las partes con esos utensilios tuviera que ordenar a la otra "un acceso limitado (…) por una hora y media por semana para untar sus tostadas".
Por el momento, los dos perros en disputa se quedarán en casa de los padres de la esposa hasta que termine el divorcio.
"Ambas partes deben tener en cuenta que si la corte no llega a una decisión sobre el paradero de los perros, existe la posibilidad de que ordene venderlos y dividir el ingreso generado, algo que creo que ninguno de los dos lados quiere", concluyó el juez.