Estas naves y satélites no pueden permanecer en la órbita de la Tierra una vez cumplida su misión porque la masa de nuestro planeta genera una atracción gravitatoria 'irresistible' y, eventualmente, estas naves en desuso podrían acabar cayendo sobre nuestras cabezas.
Aproximadamente a 5.000 km al este de Nueva Zelanda, a 3.000 km al norte de la Antártida y a 3,2 km de profundidad se ubica este cementerio de naves espaciales. Es el lugar más 'aislado' de los océanos.
Hasta la fecha, más de 263 naves espaciales se han estrellado allí desde 1971, y el número sigue aumentando día tras día. El 'residente' más famoso de este particular cementerio es la MIR, la estación espacial rusa de 142 toneladas. La MIR fue desmantelada en 2001 y posteriormente enviada a lo que se conoce como la 'muerte espacial'.
La Estación Espacial Internacional (EEI) posiblemente se estrellará también sobre las aguas del océano Pacífico después de su desmantelamiento, que se espera para el año 2028. Su desaparición será todo un espectáculo ya que la reentrada de cualquier nave espacial a la Tierra a través de la atmósfera es un espectáculo impactante. Ello se debe a que la fricción contra la atmósfera calienta el metal del aparato hasta alcanzar temperaturas de miles de grados y acaba haciendo que la nave salte en pedazos.