Indiana Jones y el filme de la devoción

© AFP 2023 / Toshifumi KitamuraHarrison Ford, actor que interpretó el papel de Indiana Jones
Harrison Ford, actor que interpretó el papel de Indiana Jones - Sputnik Mundo
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Henry Walton Jones Jr. es uno de los héroes icónicos de la cultura popular. Muchos, sin embargo, no lo recuerdan bajo ese nombre, sino por el de su perro, Indiana, su profesión de arqueólogo, y su distintiva indumentaria de sombrero marrón, chaqueta de piel y pantalón de lana, y bolsa al hombro y látigo en mano como complementos.

Cualquier cinéfilo sabe que las aventuras del doctor Jones la conforman hasta hoy cuatro películas, todas protagonizadas por Harrison Ford, todas dirigidas por Steven Spielberg. Se sabe menos que en el verano de 1982, tres niños estadounidenses de apenas 12 años —Eric Zala, Chris Strompolos y Jayson Lamb— tuvieron la loca idea de realizar su propia versión casera de "Los cazadores del arca perdida" —la primera de la saga, estrenada un año antes, el 12 de junio de 1981— sin saber que ello les llevaría siete veranos de su adolescencia.

Fueron siete años en los que los tres chicos —Zala tras la cámara y como actor de reparto, Strompolos en la piel de Indiana Jones y como productor y Lamb como encargado de los efectos especiales— recrearon escena por escena el filme original con la complicidad de familiares y amigos. Como ocurre en una filmación profesional, la película no se rodó en orden cronológico sino de acuerdo a las reales posibilidades de producción con que contaban los muchachos en cada una de sus vacaciones estivales.

Ello impuso su pincelada de desconcierto en la continuidad de una cinta de la que llegaron a filmarse 40 horas de metraje a un costo de 5 mil dólares, desconcierto justificable por las transformaciones físicas de los protagonistas registradas por la cámara a lo largo de esos siete años.

 

 

En el verano de 1989, con llegada en limusina y alfombra roja incluida, los jóvenes estrenaron la película de sus desvelos en la cual habían logrado replicar casi completamente la original de Spielberg. La única escena que no pudieron recrear fue la del avión que explota luego de la pelea de Indy con el fornido nazi calvo debajo del mismo. No obstante ello, los chicos vivieron sus bien ganados quince minutos de fama mediática en los que contaron las venturas y desventuras del rodaje, desde la grabación pirata en una sala de cine de la música compuesta por John Williams hasta la búsqueda de material visual para la reproducción más fidedigna de cada escena, lo que incluyó el "comic" de la película y el asistir a innumerables proyecciones de la misma para poder completar un guion gráfico (storyboard) que terminaría por tener 649 planos. Ello por mencionar los desafíos puramente artísticos, pues no faltaron los accidentes de filmación que se saldaron con huesos rotos y quemaduras leves.

Luego cada quien siguió con su vida, y la película —a la que llamaron como lo que efectivamente era: "Los cazadores del arca perdida. La adaptación"— cayó en un injusto olvido hasta que el 14 de diciembre de 2002 el escritor y crítico de cine Harry Knowles la exhibió en su "Butt-Numb-A-Thon" —"la celebración de cine más secreta y exclusiva del mundo"—, un evento que organizaba cada año y en el que durante todo un día se proyectan películas de época y se realizan estrenos no oficiales. La película se la había hecho llegar el realizador Eli Roth, quien tuvo acceso a una copia cuando estudiaba en la escuela de cine de la Universidad de Nueva York.

​Aquel día, en "el evento de cine más difícil de entrar en el país", el plato fuerte era el estreno no oficial de "Las dos torres", la segunda entrega de la saga "El señor de los anillos". Knowles, que había decidido mostrar como aderezo unos treinta minutos de "Los cazadores del arca perdida. La adaptación", tuvo que renunciar a su idea, pues el público quedó tan cautivado con lo que veía que protestó enérgicamente cuando se interrumpió la proyección para dar paso a la cinta de Peter Jackson. Este inesperado éxito revivió el interés no sólo por la película, de la que un crítico entusiasta llegó a decir que era "mejor que la original", sino también por sus realizadores, quienes vieron coronados sus desvelos de adolescentes con el conocimiento personal de los artífices de Indiana Jones. George Lucas, creador del personaje, los invitó a su rancho "Skywalker"; Steven Spielberg, el director de las cuatro entregas de la saga, los recibió en las oficinas de "Amblin Entertaiment", su casa productora. Por si faltaba un detalle para hacer de esta historia una con final feliz, en el año 2014, gracias a la recaudación de 50 mil dólares a través del mecenazgo público (crowdfunding), Eric Zala, Chris Strompolos y Jayson Lamb lograron filmar la famosa escena del avión y completar finalmente lo que habían iniciado en el lejano verano de 1982.

​"Pierre Ménard, autor del Quijote", Jorge Luis Borges fabuló la historia de un francés que "dedicó sus escrúpulos y vigilias a repetir en un idioma ajeno un libro preexistente" y reescribió "los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte del Don Quijote y de un fragmento del capítulo veintidós". En el "El olor de la guayaba", el libro que recoge la extensa entrevista que le hiciera Plinio Apuleyo Mendoza, Gabriel García Márquez refiere lo que consideraba la muestra de admiración más grande que un escritor pudiera recibir, la historia de una lectora soviética que copió a mano "Cien años de soledad" para saber "quien era en realidad el que estaba loco: si el autor o ella. Ficción lo primero, anécdota lo segundo, la historia de estos tres chicos de Ocean Spring, Misisipi, relatada en el documental "Raiders!: The Story of the Greatest Fan Film Ever Made", me parece la prueba suprema de amor y devoción que se le pueda rendir a cualquier creador, un ejemplo sublime de esa pasiones exaltadas que sólo el arte puede suscitar.

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