Se da la paradoja de que para acceder al Cristo Redentor cada visitante debe pagar una media de 60 reales (17 dólares), pero el párroco encargado del monumento, Omar Raposo, lamenta que no le llega ni un céntimo del dinero recaudado con las entradas.
Esto ocurre porque el Cristo se encuentra en el Parque Nacional de Tijuca, cuya administración gestiona las entradas y los accesos al recinto, que tan solo puede hacerse a través de un tren turístico o de furgonetas del propio parque.
Según Raposo el propio arzobispo de la Arquidiócesis de Río de Janeiro intentó, sin éxito, negociar una salida para que el monumento recibiera una parte de lo que el parque recauda con las entradas.
Hasta ahora donaciones de empresas privadas garantizaban la restauración y mantenimiento del monumento: la italiana Pirelli, por ejemplo, financió hace poco la reconstrucción de uno de los dedos de la estatua, dañado por el impacto de un rayo.
Sin embargo, el efecto de la crisis se dejó notar en las empresas que apoyaban al Cristo Redentor, según el párroco, que lanzó una campaña para que los fieles que visitan el monumento aporten una cantidad extra en su visita.