"Además prevemos que la fábrica de fusiles AK-103 y municiones esté funcionando en pleno en 2019", dijo Rogozin a los periodistas.
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Según sus palabras, los problemas que se presentaron hace dos o tres años quedaron resueltos.
Anteriormente el embajador de Rusia en Caracas, Vladímir Zaemski, manifestó que la construcción de plantas de fusiles de asalto Kalashnikov en Venezuela es un proyecto emblemático de la cooperación ruso-venezolana.
Según explicó, las dificultades tienen que ver únicamente con las obras de construcción, que se reanudarán en breve.
"En lo que se refiere a las instalaciones tecnológicas ya están preparadas para la producción y su mayor parte se encuentra en Venezuela", aseguró Zaemski.
Subrayó que todos los documentos firmados antes con Venezuela sobre suministros de los equipos militares y los servicios correspondientes fueron aprobados por las votaciones dentro del Gobierno venezolano y corresponden a las normas internacionales.
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El fusil de asalto AK-103, una versión modernizada del Kalashnikov AK-74, usa cartuchos de 7,62×39 mm, pesa 3,6 kilos con el cargador vacío con capacidad para 30 balas y tiene una cadencia de tiro de 600 disparos por minuto.