Sobre el alcance de este nuevo acuerdo ha hablado con Sputnik el director adjunto del Instituto de Asia y África de la Universidad Estatal de Moscú, Andréi Karnéyev.
Según el experto, el documento muestra que la cooperación entre los dos países en el ámbito de la seguridad ha alcanzado un nuevo nivel. Hasta el momento, el intercambio de información entre Tokio y Seúl se realizaba a través de un intermediario, es decir, de Estados Unidos. El nuevo acuerdo, en cambio, prevé la cesión a Japón por parte de Corea del Sur de sus datos de radares centrados en la detección de misiles balísticos de Corea del Norte, así como información relacionada con desertores del Norte.
Japón, por su parte, está obligado a proporcionar información sobre los submarinos de Corea del Norte obtenida por los aviones de reconocimiento antisubmarino japoneses, así como los datos de sus satélites de espionaje que tengan relación con los preparativos de un lanzamiento de misiles por parte de Corea del Norte, aclara el experto.
Aunque el acuerdo es bilateral, Estados Unidos está implícitamente presente, dado que es aliado militar y principal garante de la seguridad tanto de Japón como de la República de Corea. Según Dong-Yup Kim, investigador del Instituto para los Estudios del Oriente Lejano de la Universidad de Kyungnam, este acuerdo refuerza la cooperación militar tripartita entre EEUU, Japón y Corea del Sur.
"De hecho, este plan no es muy diferente del plan de despliegue del THAAD [un sistema estadounidense para derribar misiles balísticos] que se intenta implantar bajo el pretexto de un posible ataque nuclear de Corea del Norte. Es decir, Estados Unidos planea involucrar a Corea del Sur en su sistema de defensa antimisiles y su alianza bilateral con Japón, para luego incrementar la cooperación militar entre los tres países", comentó Dong-Yup Kim.
Pekín ha reaccionado con cautela a las informaciones sobre este cambio en las relaciones entre Tokio y Seúl, ya que considera que este acercamiento tiene como objetivo no solo controlar a Corea del Norte, sino también contener a Pekín.
El gigante asiático ve en la firma del tratado una clara amenaza a su seguridad, ya que es posible que algunas de las actividades de inteligencia de ambos países impliquen a las fuerzas armadas chinas.
