El Reino Unido, cuyos servicios de inteligencia siempre han ocupado un lugar cimero entre los mejores del mundo, había sido el principal adversario estratégico del Imperio ruso hasta principios del siglo XX. Así, en la década de 1920, la URSS, en un contexto de creciente confrontación con Occidente, hizo grandes esfuerzos para crear una extensa red de sus agentes en el extranjero. A mediados de los años 30, los soviéticos no solo lograron igualar la situación sino también se convirtieron en un fuerte competidor de los británicos en este ámbito.
Entre las operaciones más conocidas de la inteligencia rusa se destacan el apoyo a la República en España durante la Guerra Civil de 1936-1939 y el asalto al palacio de Amín (Operación Tormenta-333) en Afganistán en 1979, entre otras.
A diferencia de su rival principal —el KGB (Comité para la Seguridad del Estado), desmembrado tras la disolución de la URSS en varios servicios distintos—, el GRU siempre ha sido una organización más secreta que desde su nacimiento no ha sufrido transformaciones importantes.