"El tratamiento puede provocar problemas cardíacos, pérdida de memoria y desorientación. Es un método muy debatido internacionalmente. Hay lugares donde se le está poniendo un freno a la utilización de electrochoques. Existen otras formas de abordar el tratamiento de las personas", explicó a Sputnik María Paula Correa, psicóloga vocera de la Asamblea Instituyente por Salud Mental, Desmanicomialización y Vida Digna de Uruguay.
La terapia surgió en la década de 1930. Al no estar reportada de forma precisa en muchos países, hablar de cifras resulta complicado. Sin embargo se calcula que en el mundo, alrededor de un millón de personas reciben este tipo de tratamiento. En América Latina, países como Uruguay, Chile y partes de Argentina (Salta, Corrientes y Mendoza), lo siguen utilizando.
"En 2015 buscamos saber los criterios de aplicación de estas medidas de fuerza a través de la ley de acceso a la información pública. No solo son los electrochoques, hay situaciones de encierro y medidas de sujeción", aseguró Correa. De acuerdo con la psicóloga, las entidades públicas responsables no brindaron los datos solicitados junto al Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CAinfo) y al Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur). "Tampoco había un registro del uso de los electrochoques", agregó.
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Los beneficios de la terapia son cuestionados. "Es una práctica que ya tiene bastantes años y no está comprobado científicamente su buen rendimiento", afirmó la especialista, que considera que la única explicación para que se siga utilizando este método es el miedo a la locura.
Sobre si hay consenso por parte de los pacientes para que les sea aplicada la terapia, Correa se mostró titubeante. Si bien dijo que se supone que debería haberlo, aseguró no saber en qué medida esto se cumple.
"Es importante preguntarse hasta cuándo se seguirán tolerando modelos que no permiten la subjetividad diferente", concluyó.