Los terremotos frecuentes de tan solo magnitud 2.0, registrados recientemente a lo largo de la Falla de Newport-Inglewood cerca de la ciudad californiana de Long Beach, han ocurrido a una profundidad previamente considerada imposible para la actividad sísmica, informa Science News.
La investigación reveló la actividad tectónica a una profundidad de entre 25 y 30 kilómetros, es decir, en la frontera entre la parte sólida de los interiores del planeta —la corteza, cuyo movimiento es la 'fuente' habitual de los terremotos— y el manto terrestre, caracterizado, entre otros procesos geoquímicos, por las grandes temperaturas y el movimiento de las fusiones de diferentes minerales.
Por sí mismos, los pequeños terremotos no presentan ningún peligro, notan los geólogos. Sin embargo, cualquier actividad sísmica puede potencialmente provocar un evento de mayor tamaño, y en este sentido los científicos apuestan por seguir el monitoreo y estudiar los procesos revelados más atentamente.