Al hablar sobre la felicidad con sus amigos, revela Piatkovski, él llegó a la conclusión de que la verdadera felicidad era todo aquello "que teníamos en el jardín infantil: una vida exenta de preocupaciones, cuando no había que estudiar o trabajar". Aunque al principio Piatkovski dudaba del éxito de su proyecto, por ahora todo va viento en popa y más de 80 personas se han inscrito para pasar un día en sus instalaciones.
Piatkovski decidió recrear la vida en el jardín infantil de la manera más exacta posible, razón por la cual ha contratado a educadores y pedagogos profesionales con experiencia en jardines infantiles profesionales. "Les es más fácil, ya que saben cómo trabajar con niños", asegura entre risas el empresario.
El precio de la entrada garantiza cuatro comidas diarias, además de servir para pagar el sueldo de los educadores, los aseadores y el alquiler del lugar. Durante el día, los usuarios del jardín pueden jugar, dibujar, cantar, realizar esculturas y disfrutar de una hora de sueño después del almuerzo. Por supuesto, cosas de adultos como el alcohol y los cigarrillos están prohibidas.
"Incluso venir al jardín después de una noche de tragos está prohibido", explica el empresario.
Igualmente, dado que la posibilidad de que surjan riñas o problemas entre los visitantes del jardín no está excluida, el lugar cuenta con un botón de emergencia que permite llamar a la policía.
Los 'grupos de estudio' en el jardín son mixtos y aunque Evgueni no quiere que la gente vea en el jardín infantil un lugar para conocerse con otras personas, afirma que es de esperar que esto suceda "ya que [al jardín] vendrán hombres con recursos y detrás de ellos llegarán mujeres jóvenes".
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La apertura del jardín se realizó el pasado 6 de octubre, y según Piatkovski, "todos se murieron de la risa al ver sus dibujos y otras manualidades, donde estaba escrito 'Miguel, 30 años'. Así que, como mínimo, un buen recuerdo está garantizado", concluye el empresario.