El motivo de la multa: el Deutsche Bank comercializó con activos financieros respaldados con hipotecas basura en los años previos al estallido de las crisis financiera del 2008.
Las propias autoridades alemanas fueron las primeros en invocar la vendetta de parte de EEUU en respuesta a la multa al gigante tecnológico. El presidente del Comité de Economía del Parlamento alemán, Peter Ramsauer, afirmó que este movimiento de Washington “tiene características de una guerra económica”. Añadió que la nación norteamericana tiene una “larga tradición” en librar guerras comerciales que “benefician a su propia economía” con “exorbitantes y dañinas reclamaciones” como en el caso del banco alemán.
En esa misma línea se pronunció Markus Ferber, miembro del Parlamento Europeo por la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), aliado bávaro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel. Dijo que el monto de la multa y el momento de las pretensiones estadounidenses sugieren que se trata de un “ojo por ojo” por la reciente decisión de la UE contra Apple.
Mientras, la UE pedía clemencia, según un titular del Financial Times:
“Berlín insta a EEUU a tratar de forma justa al Deutsche Bank por el caso de las ventas indebidas”.
Un discurso más o menos parecido al de las autoridades norteamericanas ante la multa a Apple: la consideraron una resolución “injusta” de la UE, y advirtieron sobre un posible deterioro del clima de inversiones en Europa.
Para Julio César Gambina, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, y profesor de Economía Política de la Universidad Nacional de Rosario, la multa impuesta por EEUU al Deutsche Bank no tiene mucho que ver con un ánimo revanchista.
Gambina opina que la multa de EEUU está asociada a presionar a la UE, y a Alemania en particular, para intervenir en el sostenimiento del Deutsche Bank, lo que supone la capitalización del banco. El experto incide en que todos los análisis de consultoras internacionales indican que la situación del Deutsche Bank es muy preocupante, con una caída de su valorización a escala mundial que no se detiene, y que requiere una capitalización muy fuerte para hacer frente a la delicada situación de impagos que tiene. Gambina explica que el único que puede capitalizarlo es el Estado alemán, por lo tanto se trata de una presión del Estado estadounidense sobre otro u otros Estados.
Gambina sostiene que la multa es equivalente a su patrimonio, y por lo tanto lo que está planteado es un desafío a la respuesta alemana. Y es que “el Estado alemán viene demorando una solución para la capitalización de la entidad financiera. De hecho, lo que se está especulando en el sistema mundial, en los análisis de la situación económica mundial, es si el Estado alemán dejará finalmente caer al Deutsche Bank”, explica el profesor.
Gambina concluye que el capitalismo mundial actual tiene una lógica de funcionamiento que demanda que todos los Estados intervengan en sostener empresas en problemas. Dicho de otra forma, que los ciudadanos sigan rescatando a las empresas.