"Esto no era solo una pasión, era como si se te cortara la respiración al ver un vehículo nuevo", dijo Iturralde citado por los medios rusos.
Su tío era un famoso piloto que falleció en un aparatoso accidente. Tras su muerte, los padres de Pablo guardaron su bólido en casa como recuerdo. Aunque le prohibieron jugar con el automóvil, el persistente ingeniero nunca les obedeció.
Posteriormente, el hombre viajó a Rusia para estudiar una carrera en la Universidad Politécnica de Moscú y al regresar a Ecuador construyó su primer coche con el cual participó exitosamente en varias carreras.
Su sueño incluso sobrevivió a un aparatoso accidente, pero ni siquiera esto logró que el ecuatoriano abandonara su afición.
"Me asusté. Comprendí que debía encontrar un buen equipo que no cometiera errores tontos. No quería que mi hija perdiera a su padre por una estupidez", afirmó Iturralde, al tiempo que subrayó que construir bólidos no era suficiente para él y que tenía que encontrar a un equipo que pudiera brindarle seguridad.
Su objetivo es crear un vehículo con sus propias manos que pueda competir en las 24 horas de Le Mans, una famosa carrera que se celebra anualmente en Francia.