El religioso Carlos López Valdés —destituido por el cardenal cuando estalló el escándalo— fue encarcelado en un reclusorio de la capital por los delitos de abuso sexual y corrupción de menores presuntamente cometidos entre 1994 y 1998, por orden de un juez penal.
"Estoy muy sorprendido con el arresto; yo denuncié al sacerdote del cardenal Rivera desde hace nueve años ante la Procuraduría capitalina que jamás hizo nada; lo mantuvo en la impunidad pese a las pruebas en su contra", dijo al semanario político más influyente de México la víctima, Jesús Romero Colín.
El jurista David Peña —uno de los abogados de Romero Colín— dijo al semanario que "hubo acuerdos no escritos entre la Iglesia y el poder público, la detención de Carlos López se debió a un cambio, a una recomposición de estos acuerdos; solo eso explica que hoy se le haya arrestado, luego de varios años de que las autoridades no hicieron absolutamente nada", dijo.
El arresto del acusado "es solo la punta del iceberg, detrás de sus abusos hubo todo un entramado que le dio protección y nosotros estamos decididos a desenmarañarlo", advirtió.
El cardenal se limitó a hacerle un juicio eclesiástico a su sacerdote, en el que se le encontró culpable; y luego se le quitó el ministerio sacerdotal: "es como si un miembro de un club deportivo cometiera un asesinato dentro del club, y las autoridades de este solo le quitaran la credencial al asesino, sin denunciarlo a las autoridades", puntualizó el abogado.