La noche antes de su debut en los JJOO, Oliveira, que compartía habitación con su compañera de saltos de trampolín, Giovanna Pedroso, pidió a esta que le cediera el dormitorio para poder pasar la noche con Gonçalves. Pedroso, quien en principio se negó, terminó por fin durmiendo en otra habitación de la Villa Olímpica.
Al día siguiente, las dos participaron en la competencia de salto de trampolín de 10 metros, pero su desempeño dejó mucho que desear: quedaron en la última posición de la ronda clasificatoria.
El escándalo sexual se convirtió en la última gota que ha colmado el vaso de los conflictos personales de las clavadistas, que anunciaron que no volverían a competir juntas.
No obstante, Oliveira pidió disculpas a Brasil y a su compañera al decir que "todo el mundo puede cometer un error".