La prensa norteamericana representante del 'establishment', esperaba con los cuchillos afilados los planes para la acción exterior del aspirante republicano. Quedaron satisfechos; sus ideas fueron analizadas punto por punto, buscando el menor detalle para criticar —algo lógico—, mofarse o ridiculizar los principales puntos del rival de Hillary Clinton, la favorita de esa prensa políticamente correcta.
Plantado el escenario del horror, Trump no lanzó el típico discurso guerrero al que líderes de su país han acostumbrado al mundo. Él y sus asesores prefirieron abordar antes el asunto con un mensaje donde los valores culturales eran subrayados.
Guerra Cultural
Fue en ese discurso donde Trump culpó a Barack Obama y a la Administración demócrata de haber facilitado el desarrollo de Daesh y la desestabilización del Magreb y el Oriente Medio.
Trump no hizo sino coincidir con otras voces que en Europa se lamentan de la sucesión de acciones que, con sus aliados, han cambiado el mapa de la zona en los años de mandato de Obama.
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Consecuencia de aquella acción militar fue el caos y la división que todavía dura en ese territorio y la implantación del EI, que ha provocado una nueva intervención, ahora menos visible y publicitada.
Trump coincide también con muchas críticas europeas a la "ayuda" norteamericana para desembarazarse de su tradicional aliado egipcio, Hosni Mubarak, en su apoyo a lo que muchos ingenuos creían entonces como un cambio hacia la democracia gracias a la llamada "Primavera árabe".
Obama se disculpó entonces por la "arrogancia" y el "desdén" de la política exterior norteamericana; por su comportamiento como "poder colonial". Trump reprocha al actual inquilino de la Casa Blanca que en ese "tour" no denunciara la situación de las mujeres y de los homosexuales, la violación de los derechos humanos y la financiación del terrorismo por parte de "muchos países musulmanes". Algo que, por cierto, tampoco respetan países que Donald Trump considera aliados indispensables en el futuro.
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En política, dicen, todo vale. En 2009, Obama pensaba como el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que era posible el "diálogo de civilizaciones" entre Occidente y el mundo musulmán. Con siete años de perspectiva y viendo el actual panorama internacional, la crítica parece fácil, aunque adecuada. Además, en cuanto a ingenuidad, Trump parece querer imitar a su presidente cuando propone, por su parte, un diálogo con el mundo musulmán "moderado" para luchar juntos contra el islam radical.
Rusia y la OTAN, aliados
En la lucha militar contra el EI, Trump cuenta con Rusia y enumeró a Israel, Egipto y Jordania como los principales aliados en la región para combatir a Daesh. Nada nuevo con respecto a los demócratas, salvo el hecho de reprochar a estos el haber rescatado a Irán de las sanciones internacionales. Irán sigue representando al demonio para una parte de la derecha norteamericana.
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La batalla contra Daesh se juega también en el propio terreno, y ahí Trump despliega su batería de medidas para impedir la infiltración islamista. El veto a la inmigración procedente de países musulmanes se convierte en un filtro estricto que implicará una "prueba ideológica" en la que los aspirantes a la acogida o el asilo se comprometan a respetar los valores de la Constitución de Estados Unidos por encima la sharia. Loables intenciones que los críticos fustigan diciendo que los candidatos al terror saben disimular fácilmente. Pero la medida no va dirigida a los eventuales terroristas, sino a los musulmanes corrientes que emigran o se exilian con sus propios usos culturales. Similar medida se aplica en ciertos países europeos donde el comunitarismo ha hecho estragos y ha impulsado a los populismos de derecha. Para Trump solo serán admitidos "aquellos que compartan nuestros valores". Cierta prensa ya ha sacado a relucir la comparación de estas medidas con las aplicadas en los años 40 contra los sospechosos de pertenecer al Partido Comunista norteamericano.
"Hillary, la Merkel de EEUU"
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La prensa norteamericana pro-Clinton —casi toda— y sus colegas en Europa, que ya han condenado al 'populista' Trump, han acogido sus planes sobre política exterior con chanza, buscando en cada frase la contradicción y el error. Pero las propuestas para la lucha contra el Estado Islámico no difieren mucho de las aplicadas en Europa y, en algunos puntos, son mucho más livianas que las aprobadas por países como Francia, donde el estado de emergencia ha otorgado a la Policía y a los Servicios Secretos poderes especiales denunciados por las organizaciones de derechos humanos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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