La estatal Institución Nacional de Derechos Humanos del Uruguay está estableciendo "contactos institucionales" con la Defensoría del Pueblo de Venezuela para saber cuál es la situación de Deyab, dijo a Sputnik Nóvosti uno de sus directores, Juan Raúl Ferreira, quien se excusó de dar más declaraciones.
A su vez, el activista uruguayo-estadounidense Andrés Conteris explicó a Sputnik Nóvosti que se encuentra en Caracas buscando confirmar el paradero y supuesta detención de Jihad y asegurarse de que cuente con defensa legal.
Pero el diario brasileño Folha de S. Paulo aseguró el miércoles 27 que ese mismo martes el Sebin arrestó a Deyab, quien se encontraba debilitado y muy delgado, y reportó el hecho a la Policía Federal de Brasil.
Desde entonces no se ha vuelto a saber nada sobre su caso.
Uruguay también niega haber montado algún tipo de vigilancia sobre sus movimientos, sin embargo, fueron fuentes de seguridad de este país las que informaron a la prensa que le perdieron la pista a inicios de junio, justo cuando comenzaba el mes sagrado musulmán del Ramadán, en la frontera con Brasil.
La policía brasileña confirmó que Jihad había intentado ingresar a mediados de mayo con su documento uruguayo por un puesto fronterizo, pero se le impidió hacerlo por carecer de visa que exige Brasil a los ciudadanos sirios.
Su prontuario del Departamento de Defensa lo sindica como perteneciente a una célula afiliada a Al Qaeda, pero la justicia jamás le formuló cargos y Washington sostuvo al liberarlo que no había pruebas de que hubiera incurrido en actividades terroristas o contrarias a los intereses de EEUU.
En Guantánamo padeció torturas y fue sometido a cientos de procedimientos de alimentación forzosa por negarse a comer y realizar huelgas de hambre. Debido a los malos tratos, su salud es mala y camina con muletas.
Su esposa y tres de sus hijos viven entre Siria y Turquía, huyendo de la guerra. Un cuarto hijo, un varón de 15 años, falleció por ese conflicto mientras él estaba en prisión.