El analista va más allá y hace un diagnóstico: “se debe asumir que hay un estado de guerra terrorista en suelo europeo”. Y ello explica que inmediatamente después de cada incidente, sea o no un atentado terrorista, se implante una suerte de “Estado de excepción” en la zona: se cortan las comunicaciones, los medios de transporte, se desalojan las calles, se manda a la gente a sus casas, se cancelan eventos.
Es decir, la ciudad donde se produce el incidente, inmediatamente queda convertida en una especie de Estado policial, donde todo se pone en función de reducir la sensación de inseguridad creada por dicho incidente. Paradógicamente, opina Aguilar, estas acciones de las autoridades lo que hacen es alimentar aún más la sensación de inseguridad y miedo en la población.
Juan Aguilar afirma que en Europa hay un absoluto descontrol de los elementos terroristas que allí pululan y que han entrado de diversas formas, incluso entre el flujo de inmigrantes y refugiados, mientras en otos casos, han sido captados en el propio suelo europeo y forman parte de la segunda o tercera generación de inmigrantes.
Esta es un radiografía, no sólo de Alemania, sino que es extensiva a todos los países de Europa Occidental, en los que ha habido ataques terroristas de importancia, como son los casos de Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Reino Unido y la propia España.
El terror se está moviendo de las grandes ciudades a las pequeñas. Por un lado, se busca crear el mayor daño posible, y por otro los objetivos han pasado a incluir a personas normales y corrientes que no tienen ningún protagonismo: ni político, ni social, ni policial, ni de seguridad, sostiene Aguilar.
Juan Aguilar concluye que en Europa van a seguir habiendo ataques indiscriminados como los ocurridos en los últimos tiempos, y donde el número de víctimas va a crecer.
