Algunos aseguran que se trató de la tempestad más fuerte en los últimos 28 años.
La tormenta derribó más de 300 de árboles y dejó, además de un muerto, siete heridos. Las precipitaciones fueron de carácter muy fuerte, pues alcanzaron los 35 milímetros en apenas una hora. El aguacero inundó varios barrios moscovitas en tan solo 20 minutos.
Algunas aerolíneas se vieron obligadas a cancelar sus vuelos por la falta de visibilidad y las rachas de viento, que rebasaron los 25 metros por segundo.
El fenómeno natural dañó 22 automóviles, generó numerosos atascos y varios deterioros en las líneas de energía. Más de 130 personas se quedaron sin electricidad.
Los usuarios de las redes sociales compartieron las fotos y vídeos que grabaron y bromearon sobre la llegada del fin del mundo y el Arca de Noé tras la escalofriante tempestad.
Los meteorólogos explican que la razón de la fuerte tormenta fue el anticiclón que arribó la víspera a la capital. A Moscú le espera un calor tropical de hasta 30 grados centígrados, según predicen los expertos.
La capital rusa no es la única ciudad que se vio sacudida por los caprichos de la naturaleza. Minsk, la capital del país vecino, Bielorrusia, está también sobreponiéndose a las consecuencias de la tormenta que cayó en la noche del 14 de julio. Según indican medios locales, en el aeropuerto internacional de Minsk se produjo una colisión entre dos aviones.