La información, que la revista atribuye al presidente de la compañía Kelvin Dushnisky, menciona un plan por etapas, que se iniciarían con una mina a cielo abierto más pequeña que la original, y dos subterráneas, una del lado argentino y otra, posterior, del lado chileno.
Mientras tanto, se construiría y empezaría a operar una planta para refinar el metal, que permitiría obtener ingresos para financiar el resto del proyecto.
Se preveía una inversión de 1.500 millones de dólares y se estimaba que en 2009 la mina entraría en operaciones.
Las primeras obras comenzaron en 2006. Pero se multiplicaron las denuncias de ambientalistas, indígenas y cultivadores del Valle del Huasco, en Chile, por el peligro de que se contaminaran las aguas de riego con el cianuro que se emplea para separar el oro de la roca en las minas a cielo abierto.
La campaña contra Pascua Lama, sobre todo en Chile donde se encuentra la mayor parte del yacimiento, adquirió dimensiones internacionales.
Sucesivos fallos judiciales frenaron el proyecto, a tal punto que la empresa decidió postergar la inversión en forma indefinida en 2013 cuando se retiraron algunos bancos que habían prometido financiarlo.