Tras disparar contra los clientes de una zona de restaurantes del complejo Sarona Market, uno de los atacantes palestinos resultó herido grave por un policía, pero el otro huyó.
En una calle aledaña se encontró a un hombre israelí y le pidió un vaso de agua. El hombre, que es policía, invitó al joven palestino a entrar en su casa, le dio agua, y corrió al lugar del ataque. El chico se quedó en la casa con la mujer del policía.
Al llegar al lugar del atentado vio al atacante herido, que yacía en el suelo, y se fijó en que llevaba un traje negro, una camisa blanca y una corbata negra. Entonces, se dio cuenta de que el joven que le había pedido un vaso de agua iba vestido igual y pensó que se trataba del segundo atacante.
Corrió a su casa y vio que el joven palestino aún estaba allí, sentado en una silla junto a su mujer. Inmediatamente lo arrestó.