Sin embargo, al investigar el genoma del hueso de un perro de 4.800 años de antigüedad descubierto en Irlanda y compararlo con el ADN no solo de perros antiguos, sino también de animales modernos, los científicos obtuvieron unos resultados sorprendentes, informa la revista Science.
El ADN del antiguo perro irlandés resultó ser completamente diferente del de sus homólogos asiáticos. Por lo tanto, el estudio defiende, basándose en evidencias genéticas, que los perros fueron domesticados casi al mismo tiempo pero en los extremos opuestos de Eurasia. Y de ahí se diseminaron por todo el Viejo Mundo.
Con el tiempo, los perros 'orientales' lograron dominar a sus rivales genéticos y sustituyeron a la mayoría de los 'occidentales'. Sin embargo, los canes desaparecidos dejaron su rastro genético en el ADN moderno de los animales, creando la confusión que se mantenía hasta la actualidad sobre el lugar en el que se inició la amistad milenaria entre el perro y el hombre.
