Ya en 2017, el FMI proyectó un déficit primario equivalente al 1,4 por ciento del PIB seguido de un 1 por ciento en 2018 para y de un 0,3 por ciento en 2019 para, finalmente, volver a registrar un superávit primario equivalente al 0,9 por ciento del PIB en 2020.
En cuanto a la deuda pública de la mayor economía de América Latina, el organismo dirigido por la francesa Christine Lagarde anticipó que la deuda pública brasileña alcanzará este año el 76,3 por ciento del PIB mientras que en 2017 se situará en un alarmante 80 por ciento del PIB.
Cabe recordar que el pasado martes el FMI redujo su previsión de crecimiento para Brasil situando la caída del PIB en el 3,8 por ciento en 2016, es decir, una revisión del 0,3 por ciento respecto a la previsión del pasado mes de enero y el sexto peor resultado económico a nivel mundial.
En aquel momento, el informe del FMI, que predijo una caída del 3,5 por ciento del PIB, fue duramente criticado por la presidenta brasileña Dilma Rousseff quien afirmó estar “horrorizada” ante el pesimismo del FMI respecto al principal motor del Mercosur.
“La recesión en Brasil es peor a lo previsto”, remarcó el FMI relacionando la situación política del país con la desaceleración del crecimiento en China, su principal importador, y con la crisis en los precios de las commodities, una situación que provocará la primera recesión superior a los dos años en Brasil desde 1948.
