“Desde el principio, Sherry viajó con nosotros de una ciudad a otra, de apartamentos a tiendas de campaña”, declaró una integrante de la familia, Naeila El Shatir, citada por CBC.
Sin embargo, la familia tuvo que dejar al gato a sus compañeros de un campamento de refugiados en Jordania porque Sherry no podía entrar en Canadá sin un permiso especial de las autoridades canadienses.
Después de un mes y medio, tras tramitar toda la documentación necesaria y aprobar varios exámenes médicos, Sherry por fin pudo reunirse con su amada familia.
“Yo agradezco a Canadá, a sus ciudadanos y al Gobierno de este país por dar esta gran oportunidad a los refugiados sirios de empezar una vida nueva y les agradezco la oportunidad que le dieron a mi gato”, señaló El Shatir.