DUBLÍN (Sputnik) — La marcha partió desde históricos puntos de la ciudad tomados por los 1.200 voluntarios que se alzaron en armas contra el Imperio británico el lunes de Pascua de 1916.
Cada regimiento ondeó banderas distintivas de las guarniciones, organizaciones sindicalistas o asociaciones cívicas — desde la tricolor nacional a la verde republicana- que participaron en el Alzamiento.
La ruta avanzó a lo largo de 4,4 kilómetros hasta la sede central de Correos, el General Post Office (GPO), genuino símbolo de resistencia e identidad nacional irlandesa.
En este mismo edificio neoclásico, el lunes de la Semana Santa de 1916 (24 de abril), el poeta y maestro Padraig Pearson leyó la proclamación de la República de Irlanda en un acto que marcó el inicio de seis jornadas de violentos enfrentamientos y de resistencia ante las fuerzas y la artillería imperiales.
Cien años después, la proclamación se volvió a leer en el GPO en presencia del presidente de la República, Michael D Higgins, su mujer, Sabina, y el primer ministro en funciones, Enda Kenny, entre otros dignatarios y políticos.
A su alrededor se reunieron 5.000 descendientes de los rebeldes, voluntarios militares o civiles que apoyaron activamente la revuelta republicana.
"Ya es hora de celebrar este importante capítulo de nuestra historia. Hasta ahora nos contenía el agrio recuerdo de la Guerra Civil y por supuesto las décadas de violencia en Irlanda del Norte,", declaró a Sputnik Nóvosti Loreto Bryne, profesora de matemáticas.
El sentimiento de orgullo y respeto hacia los líderes y activistas que lucharon y murieron por la libertad y soberanía nacional se extendía entre las estimadas 300.000 personas que vieron el desfile en vivo o en pantallas gigantes instaladas a lo largo del recorrido.
"Empezó como una revuelta poética, con una visión idealista de la nueva Irlanda, y abocó en una enconada lucha de liberación nacional debido a la represión británica, que convirtió a los líderes en mártires de la patria", añadió Byrne.
El Alzamiento de Pascua aún divide opiniones que las conmemoraciones del centenario no han acallado pese al espíritu de inclusión, apertura, reflexión, revisión y reconciliación que las apuntalan.
Para unos, la revuelta fue el acto fundacional de un democrático Estado irlandés, fundado en 1922 y formalmente reconocido como República en 1949.
Para otros, fue una rebelión innecesaria violenta de una minoría de fanáticos, sin apoyo popular, que puso fin al movimiento político autonomista y profundizó las divisiones entre el sur católico y la mayoría protestante del noreste de la isla.
La partición política de Irlanda se ratificó en el Acuerdo de 1921, que dio paso al Estado Libre irlandés y dejó seis condados del norte, el llamado Ulster unionista, bajo soberanía británica.