Uno de los peritos psiquiatras que contrataron las querellantes, Ricardo Risso, renunció en marzo de 2015 alegando que no estaban dadas las condiciones para hacer un perfil psicológico fiable de Nisman, muerto con un tiro en la cabeza en el baño de su apartamento el 18 de enero de ese año.
La autopsia psicológica consiste en un revelamiento retrospectivo del estado de la víctima referido a su conducta, a su personalidad y a la situación emocional, que puedan comentar personas allegadas.
Con ese estudio, la jueza Palmaghini espera determinar las circunstancias en que se encontraba Nisman antes de que apareciera muerto.
Para ello cuenta con la opinión de técnicos de Gendarmería, un cuerpo de seguridad nacional de naturaleza militar que expondrá su conocimiento en relación a este tipo de estudios.
Nisman estaba a cargo desde hacía una década de la investigación del atentado terrorista de 1994 a la mutual judía AMIA, en el que fallecieron 85 personas.
Una semana antes de morir, el fiscal había denunciado penalmente a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), por presunto encubrimiento de funcionarios del Gobierno de Irán acusados por la justicia de ser los autores intelectuales del atentado.
El fiscal apareció muerto un día antes de tener que sustentar su denuncia ante el Congreso.
A inicios de este mes, la jueza Palmaghini se declaró incompetente en la causa y solicitó elevarla a la órbita de la justicia federal, una medida sobre la que debe decidir la Cámara del Crimen.