Y más que una cuestión de almanaques, son las distancias políticas que han rodeado a las relaciones entre ambos países en más de medio siglo, las que hacen de este un acontecimiento sin par.
Más allá, la llegada del presidente de los Estados Unidos es la nota más alta en la normalización iniciada el 17D. “La visita de Obama ayudará a hacer irreversible el proceso con Cuba”, aseguró el asistente presidencial y asesor adjunto norteamericano Ben Rhodes.
No es poco lo conseguido en los quince meses transcurridos desde entonces. El restablecimiento de relaciones trae aparejado un clima de distensión y el reconocimiento de Cuba como un interlocutor válido. Se han relajado restricciones en ámbitos como el envío de remesas, viajes, comunicaciones, vuelos directos, intercambio cultural, etc.
Según ha trascendido a través de fuentes cercanas a la Casa Blanca, Obama traerá ahora en su equipaje un nuevo paquete de enmiendas a las regulaciones vigentes, que faciliten los viajes de norteamericanos a la isla y un mayor comercio entre ambos países.
Pero todo eso no es aún suficiente. “Para llegar a la normalización queda un largo y complejo camino por recorrer, que requerirá de la solución de asuntos claves que se han acumulado por más de cinco décadas y que profundizaron el carácter confrontacional de los vínculos entre los dos países”, advertía un comunicado publicado en el diario Granma hace pocos días. “Tales problemas no se resolverán de la noche a la mañana, ni con una visita presidencial”.
Y es que paradójicamente, hace apenas unos días, la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, impuso una multa de 304.706 dólares a la empresa Halliburton por prestar servicios a la compañía cubana Cuba Petróleo.
Otros asuntos considerados por Cuba lesivos a la soberanía deberán ser resueltos para que las relaciones bilaterales sean normales, como la existencia de la Base Naval de Guantánamo, la Ley de Ajuste Cubano y los programas injerencistas dirigidos a provocar desestabilización y cambios en el orden político, económico y social en el país. “La política de cambio de régimen tiene que ser definitivamente sepultada”, exigía el texto del diario oficial cubano.
“De lo que se trata en nuestros vínculos con los Estados Unidos, es que ambos países respeten sus diferencias y creen una relación basada en el beneficio de ambos pueblos”, afirmaba el Granma.
Aunque hay demasiados intereses de por medio y es imposible que el presidente consiga quedar bien con Dios y con el Diablo, lo cierto es que esta visita trae aires de esperanza a los cubanos.
De lo que se trata en nuestros vínculos con los Estados Unidos, es que ambos países respeten sus diferencias y creen una relación basada en el beneficio de ambos pueblos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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