En un golpe de guante blanco, las obras del famoso pintor irlandés, entre los que se encontraban unos retratos y paisajes, algunos de pequeño tamaño, fueron robados en la Plaza de Encarnación, cerca del Senado. Los profesionales se aprovecharon de las pocas horas de la ausencia del dueño en la noche, bloquearon la alarma y salieron con los cuadros, sin que la portera ni los vecinos se dieran cuenta.
Los cuadros robados, junto con otros objetos de valor, aún permanecen en España, según fuentes confidenciales de El País.
Hasta ahora la policía trabaja en dos posibles versiones. Primero, el robo para la venta, aunque "el círculo en el que se puede vender una obra como esta, es muy pequeño. No es nada fácil ofrecer un Francis Bacon, grande o pequeño, sin que llegue a los oídos de los ojeadores de este sector tan especial", da a entender un experto en pintura contemporánea.
La segunda versión es el robo por encargo. La pone en duda un especialista de las fuerzas de Seguridad españolas: "Esa clase de robos no es real y solo aparece en las películas. No hay casos de este tipo en España".
De los pocos detalles de este caso surrealista que se conocen hasta el momento, es el hecho de que las iniciales del dueño de los cuadros de Bacon pertenecen a José Capelo Blanco, su íntimo amigo, heredero y protagonista de una de las obras más notorias de Bacon, el Tríptico 1991 que integra la colección del MoMA de Nueva York.
Francis Bacon (1909 — 1992), de origen irlandés, fue uno de los pintores más cotizados del mundo. Conoció al español financista de 35 años de edad cuando tenía 78 años,en una fiesta en honor del coreógrafo Frederick Ashton. Atraído por el Museo del Prado y por su relación amorosa, desde aquel entonces frecuentó España y hasta intentó aprender el idioma. En su último viaje a Madrid, en la clínica Ruber, murió del corazón, con sus pulmones fatalmente deteriorados.
