El dirigente tory defendió a sus “nuevos aliados” laboristas e independentistas escoceses, que harán campaña con el Gobierno a favor de la permanencia en la UE en la consulta del próximo 23 de junio.
En la misma sesión, Cameron lanzó los primeros cartuchos contra su rival directo en el campo del Brexit, el también conservador Boris Johnson, y el largo centenar de sus diputados que secundan al alcalde de Londres y representante en los Comunes por un distrito de la capital británica.
Cameron ridiculizó la percepción difundida por Johnson de que el Brexit forzará una segunda renegociación de los términos de adhesión de Reino Unido al club europeo.
Cameron no perdió baza para echar por tierra esta pretensión que, según rebatió, “ignora importantes puntos de democracia, legalidad y diplomacia”.
“No voy a detenerme en la ironía de que aparentemente algunos quieren el voto del fuera para permanecer dentro”, señaló sin mencionar al propulsor de la idea.
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De acuerdo con el jefe del Gobierno, el veredicto de las urnas será definitivo e “ignorar la voluntad expresa de los británicos para abandonar la UE sería no solo erróneo, sino también antidemocrático”.
Cameron aprovechó su conocida decisión de va a renunciar al liderazgo de su formación antes de las generales de 2020 para lanzar una segunda vía de ataque contra Johnson, destacado candidato a reemplazarle.
“No voy a presentarme como líder en las próximas elecciones y no tengo otra agenda que aquello que va en el mejor interés del Reino Unido”, enfatizó.
En la carrera al referéndum, el dirigente conservador tendrá que hacer frente común con dos enemigos políticos: el líder laborista, Jeremy Cornby, y la jefa del autogobierno escocés, la independentista Nicola Sturgeon.
En el Brexit también se funden polos ideológicos con Johnson en cabeza de cartel de una coalición que incluye a Nigel Farage, en la extrema derecha, y George Galloway, en la izquierda radical.