Las fuerzas de seguridad han fortalecido su protección desde que a mediados de enero una fuente relacionada con el Norte desvelase a las agencias de espionaje surcoreanas que Pyongyang había ordenado su asesinato.
Corea del Norte ha enviado en más de una ocasión a sus agentes a Seúl, haciéndose pasar por desertores, para eliminar a los elementos que considera hostiles al régimen.
En 2010 fueron condenados a 10 años de prisión dos espías norcoreanos que fingían ser refugiados cuando intentaban asesinar a Hwang Jang-yop, un desertor crítico con Pyongyang, quien murió poco después de causas naturales.
Es habitual que los desertores norcoreanos sean interrogados durante meses por la policía surcoreana para averiguar si en realidad son espías infiltrados.